
Aburrida de la pandemia, comenzó a cultivar y vender plantas en macetas de cerámica muy coloridas que pinta en su casa. Tiene más de 800 seguidores en su cuenta de Instagram doce_colores; y está llena de pedidos.
“Yo con mi papá tenemos un lema que dice: ‘todos los días un poquito’. Así se llega a algo”, contó Uma Martínez Moreno, de 12 años. Firme y decidida, esta pequeña habla de su emprendimiento con una sonrisa que irradia alegría a su alrededor. Se llama Doce Colores. “12 por la edad que tengo, y colores, por las macetas -de cerámica- que pinto”, explicó.
Comenzó el año pasado, cuando la pandemia de Covid-19 inauguró una etapa de encierro que fue inédita para la vida de todos y todas. Desbordada, además, por una situación familiar muy difícil, transformó el dolor que sentía en algo positivo. Retomó el proyecto que ya no podía seguir su madre, como consecuencia de haber sufrido un ACV (accidente cerebrovascular), y le dio una vuelta de tuerca en las redes sociales, con sello propio y la fuerza de una leona. Porque así es Uma, una nena que busca el sol, aunque sea la noche.
En su casa del barrio Rincón Lindo I, allí donde el mundo para Uma es un lugar hermoso, comenzó sacando el polvo y las telarañas del taller donde su madre trabajaba. Ordenó todas las cajas que había, desparramadas, dejó entrar la luz y puso fin al olor a encierro.
“Con este emprendimiento empecé en pandemia. Mi situación familiar me desbordaba, necesita hacer algo. Estaba como demasiado encerrada”, se sinceró Uma.
Aburrida de la pandemia, había probado con hacer pulseras o poner a la venta toda la ropa que ya le quedaba chica, pero tales iniciativas no le funcionaron. Entonces le preguntó a su papá qué podía hacer, y éste le sugirió que haga algo con las macetas y los materiales que quedaron en desuso. Uma se puso a pintar y ya no paró más.
Ahora, su rincón de arte resplandece. Es un lugar lleno de luz que invita a pasar y mirar hacia el techo, de donde cuelgan mil grullas de papel con el deseo de mucha gente que pidió por la salud de su madre.

Anahí Cárdena
“La verdad que me gusta mucho. Estoy re contenta. Me pone feliz saber que puedo hacerlo yo misma. A las macetas las pinto y las vendo yo; las plantas -cactus y suculentas- las cultivo yo y las riego yo, porque si no nadie lo hace. Hago todo yo y eso me hace sentir bien”, manifestó.
Su primera venta fue en la vereda de su casa. Dejó a un costado la vergüenza y se animó a mostrar y ofrecer lo que hacía. Recordó que la gente que pasaba le decía “mirá qué lindas” y se llevaba hasta cuatro macetas juntas. Luego, se tomó la actividad que desarrolla con más seriedad y abrió una cuenta en Instagram para llegar con sus obras a un público ilimitado. “Si me va bien con esto, quiero ver cómo me va con los terrarios que estoy haciendo”, anticipó.
Dio un salto en las redes sociales
En su cuenta de Instagram doce_colores publica todas las novedades y las macetas nuevas que pinta. A veces, comentó, no llega a publicar todo porque tiene que atender varios pedidos a la vez. En esa red social, mira todo lo que hay en el rubro y luego adapta las ideas que encuentra para hacer modelos más personales. “Las elaboro a mi manera, con mi toque, mi esencia”, afrmó Uma.
Rodeada de cactus y suculentas, en el mágico rincón de su casa, donde ella es feliz, comentó que el hecho de hacer con sus manos obras de arte que otros quieren comprar le mayor sentido a su emprendimiento. “Me pone muy feliz ahorrar mi dinero y poder invertido en cosas que me gustan”, confesó.

Anahí Cárdena
A poco de iniciar un nuevo ciclo electivo, quiere administrar bien su tiempo para hacer las tareas y luego ponerse con las macetas. “Viendo a otras personas, un poco chica me siento haciendo esto, pero me pienso y digo ´estoy trabajando, estoy haciendo algo que me da ganancias’. Entonces, me siento grande a la vez. Siento felicidad y rareza, pero una rareza bien”, expresó Uma.
En su cuenta de Instagram ya la siguen más de 800 personas, de todas las edades; y quiere dar un pasito más en su taller para, eventualmente, transformarlo en un showroom donde la gente se pueda acercar y ver sus macetas. “Todos los días lo limpio y ordeno, echo un poco de perfumito y está quedando hermoso. Me gusta, porque estoy haciendo algo productivo”, comentó.
Con este emprendimiento, no le queda mucho margen de tiempo para hacer otras cosas. Asiste a una colonia muy especial que brinda equitación y ella disfruta mucho. Pero lo que más le gusta es pasar las horas en el jardín de su casa y regar sus plantas. “Es como mi terapia. Si estoy chinchuda, salgo afuera y me pongo con las plantas. Yo me siento bien cuando las cuido, le saco las hojas secas, las riego. Me cambia el humor hacer esto”, sostuvo.

Anahí Cárdena
Al final de la entrevista, quiso darles las gracias a todos los que la están apoyando y le compraron macetas, a los que la siguen en Instagram y le dicen que sus trabajos son muy lindos. “Le mando un saludo a la seño Rebe, mis compañeros y profes de la colonia, y a todos los que me están están ayudando en este emprendimiento tan hermoso”, dijo.
También le dio las gracias a una persona muy importante par ella, su amiga Lucrecia. “Está conmigo desde un principio, tiene sus ideas y quiere vender pulseritas”, enfatizó Uma.

Anahí Cárdena
Papá orgulloso
Su papá, Ariel, la escuchaba a cierta distancia para que no se pusiera nerviosa. Pero, hacia el final no se pudo contener y expresó: “Uma es el orgullo de la familia”.
“Como a todos, la pandemia nos cayó mal; y antes de que se nos venga abajo, le propuse hacer esto. Es fabuloso estar a su lado, ver que crece como niña y artista. Para mí su trabajo es muy profesional”, confió.
Y no la pierde de vista, mucho menos en las redes sociales. “Ella administra la cuenta, saber hacer todo, pero yo como papá estoy muy atento a que no aparezca nada raro”, concluyó.